lunes, 22 de agosto de 2011

Hemicraneal

Un antiguo refrán dice: "Los palos que más duelen, son los que no se dan".

Del mismo modo, las heridas que más duelen, o las patologías más sufridas no son siempre las traumáticas. El mayor dolor no es siempre el físico. De todo lo expuesto, hay cienes de personas que pueden dar testimonio o aprobación. Véanse ejemplos como soldados en guerras, los cuales curan sus heridas físicas, mas siempre cuesta más sanar los ecos de esos recuerdos; otro ejemplo, son las miles de personas afectadas por catástrofes, por citar de la más recientes, Fukushima, el pánico, la desesperación, y hemos de alabar en esta sociedad oriental que han sido los únicos que tras tal tragedia, han conservado la serenidad sin perjudicarse, sin robos ni asaltos entre ellos en los momentos de máxima desesperación, nadie les quitará el miedo a una nueva ola, a un nuevo seísmo de cuantos tienen al cabo del día; simplemente hay que saber cómo afrontarlo.

Pero, ¿cómo enfrentarnos a una patología no exteriorizada? ¿cómo sanar a quien cree estar sano?. Y es que las tesituras de la mente crean cicatrices en las cuales es mejor no adentrarse. PODEMOS EQUIVOCARNOS MENOS. La ciencia y la tecnología nos enseñan qué NO debemos hacer, en cambio no nos dicen qué hacer.

Mil libros hay de mil páginas y mil palabras por página, con mil términos por cada mil letras acerca de enfermedades como la depresión, la ansiedad, el estrés, la demencia, el alzheimer, y otras mil enfermedades con otras mil patologías relacionadas entre mil signos y mil síntomas. Se desarrollan productos químicos que consumen la autonomía, que sedan nuestra respuesta motora, que adormecen nuestros sentidos. ¿Es eso lo que buscamos? ¿Queremos vivir en una realidad paralela? ¿Queremos mandar a una realidad paralela a quien con estas enfermedades hacen que nuestra vida tome un giro inesperado?
No tenemos bisturí para tales enfermedades. Tan solo debemos tener Fuerza, Fe y Esperanza.

sábado, 23 de abril de 2011

Un quirófano vacío

Silencio. Frío. Cables, metal y plásticos unidos, chips, piezas formadas simplemente por metal y tornillos. Una cama, enorme, situada en el centro. Un sólo monitor encendido, pita al son del ritmo cardíaco. Un sonido unánime, rítmico, relajado, el sonido de la vida.
Todo el mundo debería notar esa sensación, desde fuera de la camilla. Respiras hondo a través de la mascarilla, tu tacto ha cambiado con los guantes que llevas en las manos, la bata te abriga, la luz te da calor. Todo cuanto tocas es estéril, limpio, como el pensamiento.
Acompáñame en este viaje, sé el adjunto de un cirujano de palabras, sé mi instrumentista, pásame la tinta y las ideas, sé mi auxiliar y cuenta las palabras que escribo, las que tiramos a la papelera. Que el latido no cese, no cambie, que no dejemos de escuchar esa hermosa melodía. Disfrutemos juntos de La Tranquilidad Del Quirófano.